Me considero un enamorado del amor desde que nací porque el amor no se hace; nos hace nacer. Me considero un enamorado de un amor que tiene mala prensa y poca publicidad detrás, un amor lejos de las cámaras que tiene poco o nada que ver con “Diarios de Noa”, Telefilmes de sábados de sobremesa o muestras artificiales de relaciones felices que nos venden las fotos de perfil de cualquier red social... Más que mendigar un amor de película siempre he buscado un amor de canción porque el amor para mí es eso; la banda sonora que da ritmo a la película que nos montamos cada uno llamada vida
Las relaciones tienen complejo de canción: Escuchas una canción, te gusta y lo predicas a los cuatro vientos, se la enseñas a tus amigos mientras que ellos mascullan un “mientras que a ti te guste a nosotros nos vale”, la pones en bucle escuchándola 500 veces cada día hasta que te empieza a parecer un poquito repetitiva, discutís porque siempre suena igual y es monotemática, la pillas en iTunes remezclada por otro y sonando mejor, lo dejáis, la canción coge sus cosas, se marcha, te defiendes ante tus amigos diciendo que tan buena canción no era en el reproductor y… Un día; al cabo de los meses, la encuentras en el muro de otra persona o aparece en tu móvil y quieres volverla a escuchar. Así hasta que llegue nueva canción y vuelta a empezar
Eso es el amor, ¿amor de película? No; amor de canción
Mi banda sonora empezó con la canción de cuna, ahí comencé a amar sin saber que amaba, a mamar de las mamas de esa mujer que me amamantaba hasta que un buen día de mis labios salió una melodía que decía algo así como “Mamá”. Más tarde llegó la canción infantil, la de los cantajuegos y juegos reunidos, la de lo mío es tuyo y lo tuyo es mío, la de tú la llevas, el que la tire va a por ella, no vale a trallón, y fue ella quien me unió a mi segundo amor, uno de los más fieles y leales; los amigos. Después apareció el villancico con sus luces y toda esa gama de colores, la canción de anuncio con sus melodías anónimas interesadas vendiendo remedios, la canción de autor versando sobre mi amor propio, el himno de mi equipo tras la volea de Zidane en la final y la canción del verano… vacía por dentro pero pegadiza como ella sola, metro 65, morena y sabiendo dar en la tecla, no paré de bailarle el agua hasta que me fije en su letra y me fui con la música a otra parte, tras ella todas las demás canciones eran malas versiones o sangrantes plagios
Eso es el amor, ¿amor de película? No, amor de canción
Amar se hace sin guion, sin saberse la canción al pie de la letra pero cantándola igualmente aunque nos inventemos partes para salir del paso, amar se vocifera a los cuatro vientos o se tararea en voz baja para que nadie se entere. El amor es una canción que a veces está puesta en modo aleatorio y sale como ella quiere y otras está puesta en modo repeat y por muchas veces que quieres la aguja se sale y termina rayando el disco. También son dos canciones que se mezclan con diferente ritmo hasta que se sincronizan y se funden en una sola convirtiéndose en un hitaco. El amor es una canción que cuando la escuchas a diario puede parecer larga hasta el punto de no saber por qué sigues escuchándola pero al llegar el estribillo erizándote la piel te das cuenta de que merece la pena escucharla por lo menos una vez más
Eso es el amor, ¿amor de película? No, amor de canción
Y yo me considero un enamorado del amor que odia seguir partituras o dar la nota pero que se hace notar. Eso es el amor; la aguja que lo mismo te pincha que te cose la herida. Amor de canción… Aunque a veces no sea tan fácil como coser y cantar